técnicas y habilidades asertivas
El comportamiento asertivo se sustenta sobre un sistema de creencias que mantenga el respeto por los propios derechos personales y por los de los demás. Estos derechos humanos provienen de la idea de que todos somos creados iguales, en un sentido moral, y nos tenemos que tratar mutuamente como iguales. Una habilidad primaria para llegar a ser más asertivo socialmente consiste en aprender a definir e identificar los derechos humanos básicos. En este sentido, existe un decálogo de derechos asertivos, compuesto por afirmaciones sobre nosotros mismos y sobre nuestras responsabilidades, con los que se señalan los límites de lo que los demás pueden esperar de nosotros y de lo que nosotros mismos debemos esperar de los demás, además de una serie de creencias erróneas a las que dichos derechos se enfrentan.
Son aquellas conductas específicas encaminadas a mantener un estilo de comunicación predominantemente asertivo en la interacción con los demás y orientada hacia un intercambio satisfactorio para ambas partes. Entre ellas, nos vamos a referir a la habilidad para emitir libre información, hacer autorrevelaciones, para empatizar, formular una crítica, solicitar cambios, expresar opiniones o criterios, expresar conformidad o desacuerdo, resumir, hacer preguntas, emitir «mensajes yo» y elogiar. Para la adquisición o mejora de estas habilidades es necesario aprender el mensaje verbal más adecuado, tal y como veremos a continuación, pero no nos podemos olvidar de acompañarlo de la conducta paraverbal y no verbal propias de un estilo de comunicación asertivo, que ya se ha comentado en el capitulo anterior. Una vez que la persona conoce las pautas de cada una de estas conductas, el paso siguiente es practicarlas en diversos contextos, hasta integrarlas en su repertorio de conductas.
· Habilidad para solicitar cambios en el comportamiento o la realización de tareas: Para realizar este tipo de comunicaciones, resulta muy útil emplear una estructura de «bocadillo», es decir, formulamos el comentario negativo entre dos comentarios positivos, de modo que a nuestro interlocutor no le quede mal sabor de boca. Para ello comenzamos por hacer referencia a un comportamiento positivo, halagando al sujeto por la realización del mismo y después introducimos la propuesta de cambio, crítica o sugerencia. Para terminar, aludimos a otro comportamiento adecuado o al mismo al que hicimos referencia al principio. Por ejemplo: «Se nota que has trabajado el tema, sin embargo, creo que deberías reforzar la práctica, aunque desde luego tus avances con notables».
· Habilidad para pedir que el otro confirme o exprese desacuerdo: Se utiliza para favorecer la expresión de acuerdo o desacuerdo con cualquier argumento o situación, o bien con la intención de conocer el posicionamiento de un individuo frente a una determinada situación. Para ello, debemos plantear una pregunta de manera que en su repuesta nuestro interlocutor tuviera que decantarse por una de las alternativas. Algunas formas de plantear estas preguntas serían: – «¿Es correcto suponer que ...?

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